Laboratorio de Patología anatómica del Hematológico
Médica Patóloga, Jefe de Patología Anatómica, Laboratorio Clínico Hematológico S.A. Medellín, Colombia.
Publicado el 11/05/2022
La patología anatómica es una rama especializada de la medicina que estudia la causa, el origen y la naturaleza de la enfermedad, a través del examen de células, tejidos, órganos, líquidos corporales y autopsias. Para esto, requiere de un abordaje complejo que incluye la historia clínica, la semiología (signos y síntomas), el estudio anatómico macroscópico, la microscopía de luz, el estudio de la ultraestructura celular y el análisis molecular.
A pesar de tener un alcance muy amplio y ser de gran importancia en la atención médica integral, es llamativo como la mayoría de las personas, incluso los profesionales de la salud, desconocen o saben poco de lo que ocurre o se hace en un laboratorio de patología anatómica (1) y las herramientas diagnósticas que proporciona para cualquier paciente dentro y fuera del entorno hospitalario (2).
Es por esto que, con este texto, queremos ayudar a cambiar esta percepción, haciendo una breve revisión por la historia del desarrollo de la patología anatómica como disciplina y describiendo de forma general los servicios que presta y que permiten emitir diagnósticos histopatológicos que direccionan al médico tratante hacia la actitud terapéutica más indicada.
Historia de la Patología
El concepto de enfermedad y, por lo tanto, de la patología ha ido cambiando a través de los años. En la antigüedad se encontraba ligado a explicaciones mágicas; siendo los dioses, espíritus y demonios los principales responsables de su aparición. Posteriormente, con la llegada de la cultura griega y, con ella, de la filosofía del pensamiento humano, el concepto de enfermedad cambió hacia una dimensión orgánica (3).
Hipócrates y, posteriormente, Galeno, instauraron la teoría humoral de la enfermedad, que incluía cuatro humores (o líquidos) identificados como bilis negra, bilis amarilla, flema y sangre, que debían estar en perfecto balance para evitar cualquier tipo de afección o discapacidad. Esta teoría, a pesar de no ser correcta, buscó dar explicaciones de la enfermedad desde un enfoque fisiológico (3).
Con el Renacimiento, surgieron los antecedentes de la patología como disciplina. Andrés Vesalio, en el siglo XI, estudió y desarrolló el concepto anatómico del cuerpo humano, la base morfológica para el surgimiento de la patología. Ambrosio Paré, el padre de la cirugía, en el siglo XVI, practicó necropsias para saber la causa de la muerte de las personas. Antoni van Leeuwenhoek, hacia 1668, construyó el microscopio simple de luz, con el cual, otros personajes importantes de la época como Marcelo Malphigi realizaron el estudio microscópico de los órganos (4).
El desarrollo de la patología anatómica como ciencia médica se inició en el siglo XIX con Xavier Bichat, quien sepultó la errónea teoría de los humores, que llevaba existiendo por más de mil años. Su experiencia en la práctica de necropsias y sus exploraciones en el cuerpo humano le permitieron demostrar que estaba formado por tejidos y que la inflamación de algunos de estos producían síntomas; y, a su vez, estas manifestaciones se originan dependiendo de la localización anatómica donde se encontraba la afección (4).
Así, con Bichat, se dio una base racional a la explicación de la enfermedad, con su localización anatómica en los órganos y los síntomas padecidos, lo que representó una de las mayores conquistas de la medicina, y fue el pilar para que autores franceses, encabezados por René Laënnec, iniciaran el desarrollo de la semiología (4).
En los años posteriores, el uso rutinario del microscopio para la observación de los órganos enfermos pasó el estudio de la enfermedad a la etapa celular, donde los aportes de Rudolf Virchow, Robert Koch y Carl von Rokitansky, prepararon el ambiente científico para los descubrimientos de Louis Pasteur en el campo de las enfermedades infecciosas (3).
Esto, junto con la llegada de la asepsia de manos de Joseph Lister y el surgimiento de la anestesia, dió lugar al desarrollo y el progreso de la cirugía y, con ella, a la patología quirúrgica, que permitió el estudio a través del microscopio de los órganos o fragmentos de ellos de una persona viva, intervenida quirúrgicamente, para hacer un diagnóstico histopatológico (4).
Es entonces cuando la patología se posiciona como rama soberana de la medicina y el diagnóstico histológico de la biopsia, el espécimen quirúrgico y la citología adquieren un valor superior en la clínica y la cirugía moderna (3).
El siglo XX fue una época revolucionaria para la patología, marcada por el surgimiento de innumerables pioneros de la patología quirúrgica que, sumado a la incorporación de técnicas más modernas como la inmunohistoquímica, la citometría de flujo y la biología molecular, especializaron el diagnóstico patológico. La era de la patología molecular comenzó con la integración de las pruebas moleculares en la práctica de la patología, especialmente para el diagnóstico de los tumores sólidos y las neoplasias malignas hematológicas, como parte de las mejoras en las ciencias moleculares lideradas por la finalización del Proyecto Genoma Humano a principios de la década de 2000 (5).
En la actualidad, los patólogos desempeñan un papel fundamental en la atención médica moderna, al ser quienes combinan las pruebas moleculares especializadas con los métodos convencionales de evaluación patológica para proporcionar diagnósticos precisos de las enfermedades y direccionar planes de tratamiento correctos (5).
Es importante señalar también a la telepatología como una parte activa de la era digital del siglo XXI, que se fundamenta en la capacidad de analizar muestras de patología desde largas distancias mediante la transmisión remota de imágenes digitales por sistemas de telecomunicación. Este compartir del conocimiento permite ofrecer diagnósticos de mayor calidad, más rápidos y con un impacto positivo en la atención del paciente.
¿Cómo funciona el Laboratorio de Patología anatómica?
En un laboratorio de patología anatómica se reciben diferentes y variados tipos de muestras para ser analizadas a través de diversos métodos, entre estos macroscopia, microscopia de luz, citometría de flujo, histoquímica, inmunohistoquímica y biología molecular, para, a partir de estos, emitir diagnósticos histopatológicos integrados y precisos. Estos preceden y determinan la actitud terapéutica a tomar por el médico tratante, que puede ser quirúrgica o farmacológica, según las condiciones de cada paciente (6).
Las maneras más comunes en que se pueden obtener las muestras para el análisis patológico son: a) mediante una biopsia tomada con una aguja gruesa (Trucut), que permite extraer una porción de tejido, o por aspiración con aguja fina (ACAF) para recolectar fluido celular, b) usando un endoscopio para observar dentro del cuerpo las áreas afectadas y obtener pequeñas muestras de ellas, o c) por medio de una cirugía en la que se extirpa una parte de un órgano, un órgano completo o varios de ellos.
Del correcto manejo y procesamiento de las biopsias y los especímenes quirúrgicos, desde el mismo momento en que son tomados, depende el éxito del diagnóstico patológico. Es por esto que inmediatamente después de obtener los tejidos deben ser sumergidos en un medio de fijación (formol tamponado al 10% con pH neutro), a una cantidad de 15 a 20 veces su volumen, dentro de recipientes debidamente marcados con los datos de identificación del paciente. El proceso de fijación evita la acción de las enzimas y bacterias que descomponen los tejidos cuando son extraídos de un organismo y, por tanto, logra su preservación en condiciones muy similares a la normalidad (6).
El tiempo de transporte es otro componente crítico en la conservación de la muestra. Idealmente deben ser entregadas al laboratorio de Patología el mismo día del procedimiento; esto, mejora no solo la oportunidad en el proceso sino que permite tener tiempos adecuados de fijación (6). Una vez en el laboratorio de Patología, el patólogo realiza la evaluación y descripción macroscópica (peso, tamaño, forma, consistencia, color, márgenes, entre otros) de los tejidos recibidos.
Luego, las muestras de tejido de biopsias y especímenes pequeños son procesadas y analizadas por completo para garantizar su adecuada evaluación. Entretanto, a los especímenes grandes, usualmente, se les extraen y procesan partes representativas, consideradas suficientes para el análisis, según lo establecido por los protocolos internacionales para cada tipo de muestra.
El material residual sin procesar se guarda en el recipiente original en el que fue enviado el tejido, manteniendo así su correcta identificación, con una cantidad suficiente de formol buferado al 10% que garantice la adecuada fijación y evite la descomposición del tejido. Este tejido debe ser guardado hasta que se entregue el informe final y luego debe descartarse mediante incineración, previa separación del formol contenido en la muestra. El formol se desecha en un recipiente plástico especial para residuos químicos peligrosos (7).
Los tejidos en análisis son luego puestos en un equipo procesador de tejidos, donde a través de sistemas de vacío pasan por formol, alcoholes a diferentes concentraciones (70% al 100%), xilol y parafina, con el fin de fijar por completo la muestra, deshidratar el tejido y realizar el proceso de infiltración con parafina. Todo esto para su posterior inclusión en los bloques de parafina en los que queda la muestra para estudio.
A partir de cada bloque de parafina se realizan cortes seriados muy delgados (2 a 5 micras), utilizando un instrumento llamado micrótomo. Estos cortes son luego colocados en una lámina portaobjetos que se encuentra marcada con los datos del paciente y de la muestra. Posteriormente, el exceso de parafina se elimina de las láminas a través de la aplicación de calor en un horno o estufa, y se realiza el proceso de tinción de rutina con hematoxilina-eosina (H/E), la cual colorea las estructuras celulares y los tejidos de acuerdo a su afinidad química (basófila o acidófila) (7).
Una vez se tienen las láminas histológicas con los tejidos teñidos con H/E, el patólogo realiza la revisión y análisis a través del microscopio e interpreta los hallazgos a la luz de los datos clínicos del paciente que fueron aportados por el médico tratante o quirúrgico. Esto le permite definir diagnósticos precisos (de infecciones, tumores y otras enfermedades) y realizar algunas recomendaciones en un reporte integrado de patología, que permitirá ofrecerle al paciente el tratamiento o manejo indicado de acuerdo a su enfermedad.
Es importante recalcar que tanto los bloques de parafina como las láminas histológicas y los reportes patológicos se deben archivar aproximadamente 15 años; tiempo en el que deben estar disponibles para cuando se requiera realizar pruebas complementarias, o se vayan a realizar estudios de investigación de los casos. Esto debido a que en ocasiones, para poder realizar una aproximación diagnóstica más precisa, o complementar el análisis del caso, es necesario agregar al estudio patológico otras pruebas como las coloraciones especiales, las inmunohistoquímicas o las pruebas moleculares (que van desde una reacción en cadena de la polimerasa o PCR, la hibridación in situ fluorescente o FISH, hasta la secuenciación genómica). Todos estos se realizan a partir del mismo bloque de parafina con el tejido extraído para evaluación que se venía procesando.
Cada una de estas pruebas utiliza diferentes técnicas de procesamiento e interpretación; por ejemplo, las coloraciones de inmunohistoquímica se basan en la capacidad de los tejidos para mantener la expresión de antígenos, que al reaccionar en una interacción antígeno-anticuerpo, mediante una reacción enzimática marcada con color, permiten ver e interpretar a través del microscopio la presencia o ausencia de diferentes marcadores. Por su parte, las coloraciones de histoquímica o coloraciones especiales emplean tinciones que reaccionan, según sus propiedades fisicoquímicas, con partes específicas del tejido, haciéndolas resaltar, lo que permite marcar estructuras intracelulares y microorganismos causantes de infecciones.
En conclusión, las técnicas y procesos de análisis patológico permiten ofrecerle a los pacientes y médicos, la mejor y más completa interpretación de los casos, enfocado en la entrega de diagnósticos correctos, completos, precisos y de mayor utilidad clínica en el accionar diagnóstico y terapéutico, lo que contribuye, así, al cuidado y mantenimiento de la salud de la comunidad.
En el laboratorio de Patología anatómica del Hematológico, contribuimos a este acto médico con un enfoque técnico y académico especializado, manteniendo siempre el abordaje humano que se necesita para ofrecer una medicina diagnóstica integral y de calidad.
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Bibliografía
- Wilson, M. L. (2018). The Future of Pathology and Laboratory Medicine—Again. American Journal of Clinical Pathology, 150 (2): 93-95. https://doi.org/10.1093/ajcp/aqy058.
- Satta, G., & Edmonstone, J. (2018). Consolidation of pathology services in England: Have savings been achieved? BMC Health Services Research, 18(1): 862. https://doi.org/10.1186/s12913-018-3683-8.
- Ariel Gutiérrez Hoyos. (2004). La historia de la Patología en quinientas cincuenta palabras y monosílabos. REV ESP PATOL, 37 (3): 353-354.
- Cesar Augusto Giraldo. (2011). El nacimiento de la patología y su desarrollo en la región. Rev Ces Med, 25: 203-211.
5. Aysal, A., Pehlivanoglu, B., Ekmekci, S., & Gundogdu, B. (2020). How to set up a molecular pathology lab: A guide for pathologists. Turkish Journal of Pathology. https://doi.org/10.5146/tjpath.2020.01488.