Detección y eliminación de Helicobacter Pylori

Por: Dra. Natalia Loaiza Díaz

Médica Microbióloga, Líder de Patología Clínica. Laboratorio Clínico Hematológico S.A.S.

Publicado: 25 abril 2023

¿Cómo diagnosticar la infección por H. pylori?

Lo primero es consultar cuando se presenten los síntomas de gastritis (dolor o ardor en la parte alta del abdomen, acompañado o no de náuseas, vómito, sensación de llenura o inapetencia), cuando a algún familiar o conviviente le han informado que tiene la infección, o en los casos en que se presenta anemia por deficiencia de hierro de causa no explicada o púrpura trombocitopénica idiopática 1,2. De acuerdo a los hallazgos que tenga el médico durante la entrevista y el examen físico, indicará la prueba que considere pertinente.

Actualmente, en el medio, se disponen de varios tipos de pruebas para la aproximación al diagnóstico de esta infección. Algunas de ellas requieren de tejido gástrico obtenido mediante biopsias durante procedimientos de endoscopia digestiva; por tanto, se consideran invasivas. Otras buscan “pistas” del microorganismo de forma indirecta, es decir, sin llegar hasta el tejido; por lo que se consideran no invasivas.

Para que los resultados de ambos grupos de pruebas sean óptimos y evitar resultados falsos es fundamental que el paciente suspenda previamente el consumo de fármacos como los antibióticos (cuatro semanas antes) e inhibidores de la bomba de protones (dos semanas antes), excepto para las pruebas de detección de anticuerpos en suero (sangre) que no lo requieren. 3-9

Pruebas no invasivas:

  • Test de aliento con urea 3-6,8,10.

Esta prueba es considerada la mejor entre los métodos no invasivos para hacer el diagnóstico de la infección por H. pylori y está disponible en el Hematológico. Es útil tanto para el diagnóstico inicial como para confirmar si el tratamiento fue exitoso una vez ha terminado.

El test mide la actividad de la enzima ureasa producida por la bacteria para establecerse en el estómago. Consiste en administrar vía oral al paciente (en ayunas) una dilución que contiene un tipo de urea marcada con carbono 13 (13C-urea), un isótopo no radiactivo del carbono. Si H. pylori está presente, su enzima ureasa va a hidrolizar o descomponer la 13C-urea, en amoníaco y bicarbonato. Este último va a estar marcado con 13C y va a pasar a la circulación, viajar hasta los pulmones y salir en la exhalación en forma de dióxido de carbono marcado con 13C (13CO2).

Posteriormente, se toma una muestra de aire espirado (o aliento) del paciente y se cuantifica el 13CO2 liberado en comparación al de una muestra de aliento tomada antes de ingerir la solución de 13C-urea, utilizando un equipo especializado que permite separar el 13CO2 del CO2 que se exhala normalmente.

  • Detección de antígeno de H. pylori en materia fecal 3-5,8,9,11.

Esta es otra prueba no invasiva, disponible en el Hematológico a través de la red de laboratorios aliados. Tal como la anterior, es útil para el diagnóstico inicial y para comprobar el éxito terapéutico. Para esta, se utilizan técnicas como los inmunoensayos enzimáticos o la inmunocromatografía que determinan indirectamente la presencia o ausencia del microorganismo en muestras de materia fecal mediante anticuerpos dirigidos contra H. pylori contenidos en el test, que se van a unir de manera específica a los antígenos de la bacteria y, así, revelar si está presente en la muestra del paciente.

  • Detección de anticuerpos IgA, IgM e IgG contra H. pylori 3-5,8,11.

Esta técnica no invasiva está disponible en el Hematológico a través de los laboratorios aliados y permite saber si la persona ha estado en contacto con el microorganismo previamente, ya que mide anticuerpos tipo inmunoglobulinas (Ig) de distintas clases (IgA, IgM e IgG) producidos por la respuesta inmune del paciente contra el H. pylori. La muestra empleada es suero (sangre) obtenido mediante venopunción.

Los anticuerpos medidos en esta prueba no permiten diferenciar entre una infección pasada y una activa, ni su valor se relaciona con la severidad de la infección. Además, dado que pueden permanecer en sangre por más de un año no deben emplearse para determinar si el tratamiento fue o no exitoso.

Pruebas invasivas:

Para su realización el paciente debe ser sometido previamente a un procedimiento de endoscopia, que habitualmente se hace bajo sedación. En este, además de apreciar con ayuda de una cámara cómo está la mucosa del estómago, se pueden tomar biopsias. Lo recomendado por el sistema Sydney, un método estandarizado y empleado a nivel mundial para la clasificación de la gastritis y el reporte de los hallazgos de la endoscopia y las biopsias, en su versión actualizada en 1994, es tomar cinco fragmentos de tejido o biopsias, así: dos del antro, dos del cuerpo, y una de la incisura 12,13.

Lo anterior, con el objetivo de aumentar la probabilidad de detectar el microorganismo y de captar oportunamente las lesiones premalignas 12,13, pues a mayor cantidad de tejido visto al microscopio o sembrado en el cultivo, mayor probabilidad habrá de observar a H. pylori u obtener sus colonias.

  • Examen histológico1,3-6,11.

Este estudio, disponible en el laboratorio de patología anatómica del Hematológico, es el más importante entre los análisis a realizar a partir de las muestras obtenidas por métodos invasivos. Consiste en someter el tejido gástrico, que debe encontrarse en los frascos con formol tamponado entregado por el laboratorio, a una serie de procesos para conservar su estructura y colorearlo con las tinciones de hematoxilina-eosina, Giemsa y plata de Warthin-Starry, y en ocasiones, con coloraciones de inmunohistoquímica.

Una vez está listo su montaje, las láminas coloreadas son visualizadas en el microscopio de luz para determinar no solo si hay presencia o no de H. pylori en el tejido, sino de inflamación activa, cambios en la arquitectura tisular, en la forma y disposición de las células, entre otros, y finalmente concluir si hay o no infección, clasificar la gastritis e indicar si hay cambios asociados con lesiones premalignas o malignas.

  • Prueba rápida de ureasa 4,8.

Consiste en someter un trozo de una biopsia gástrica al contacto con un reactivo que contiene urea y, valiéndose de la presencia de la enzima ureasa del microorganismo en la muestra, apreciar un viraje de color en la urea que es producido por el cambio en el pH que se genera cuando la ureasa de H. pylori hidroliza la urea, en bicarbonato y amoníaco. Esta prueba, disponible en el laboratorio de patología anatómica del Hematológico, tiene la ventaja de que los resultados se obtienen rápidamente y se puede usar en el diagnóstico inicial, pero no para hacer seguimiento al tratamiento ya que sería necesaria realizar una nueva biopsia.

  • Cultivo de Helicobacter pylori 1,4,11,14.

Este método es considerado el estándar de oro para hacer el diagnóstico de la infección. La prueba se ofrece en pocos centros puesto que las características del microorganismo exigen el uso de medios de transporte y cultivo especiales, y procedimientos inusuales para el procesamiento, siembra de las muestras e incubación de los medios de cultivo, para finalmente llegar al punto de valor de esta prueba que es el aislamiento de la bacteria, con la posterior realización de las pruebas de susceptibilidad a los antimicrobianos.

En el Hematológico cultivamos directamente las biopsias de tejido gástrico tomadas por el endoscopista y dispuestas en el medio de transporte previamente entregado por el laboratorio. Lo ideal es que su procesamiento y siembra en los medios de cultivo se haga el mismo día que se toman las muestras. Posteriormente, se incuban en una atmósfera que contiene mayor humedad y CO2 de lo habitual, y se observan periódicamente, a la espera de observar a partir del quinto día, un pequeño rocío que indica que H. pylori está creciendo.

Finalmente, partiendo de las colonias del microorganismo que hayan crecido en el agar, se hacen las pruebas que confirman su identificación y susceptibilidad a los antimicrobianos (antibiograma), lo que habitualmente toma otros tres días. En este caso se reta a la bacteria contra cinco antibióticos: amoxicilina, claritromicina, metronidazol, levofloxacino y tetraciclina, con el objetivo de apreciar in vitro, si es sensible o resistente a estos agentes.

  • Pruebas moleculares para la detección de H. pylori 

Las técnicas de biología molecular como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por su siglas en inglés) ofrecen grandes ventajas, pues tienen mayor sensibilidad que el cultivo para detectar e identificar en la muestra al microorganismo, al igual que algunos genes de resistencia, principalmente para macrólidos (como la claritromicina) y fluoroquinolonas (como el levofloxacino), y el resultado se obtiene en un solo día 4,7,14,15.

Este tipo de pruebas pueden aplicarse directamente en los fragmentos de tejido (biopsias gástricas), en las colonias de la bacteria crecidas en el cultivo, incluso en muestras de heces 1,4,8,11; sin embargo, en el país su disponibilidad es aún escasa en los laboratorios clínicos.

Las técnicas de PCR y otras como la NGS (secuenciación de nueva generación, por sus siglas en inglés) se emplean también para estudiar en determinados casos y poblaciones la presencia de genes y mutaciones asociadas con mayor virulencia del microorganismo y mayor gravedad de la infección. 8,16

¿Cómo se puede eliminar la infección por H. pylori?

El tratamiento de esta infección requiere de la combinación de varios fármacos, como inhibidores de la bomba de protones y antibióticos de diferentes familias (amoxicilina, claritromicina o metronidazol), que deben ser tomados durante 14 días y de manera continua. A esta combinación se le llama terapia triple estándar y es la recomendada por guías internacionales y la guía colombiana de práctica clínica para el diagnóstico y tratamiento de la infección por H. pylori en adultos, como primera línea de tratamiento. 6,12,14

Con frecuencia el tratamiento farmacológico es seleccionado empíricamente; sin embargo, teniendo presente que desde el momento en que la bacteria coloniza el estómago hasta que desencadena cambios en el tejido gástrico y cáncer, transcurren muchos años 17, y que se sabe que el microorganismo ha desarrollado resistencia a varios de los antibióticos empleados habitualmente para su tratamiento, se considera una buena práctica la realización de cultivo o pruebas moleculares para identificar la bacteria y conocer su perfil de susceptibilidad antes de definir el tratamiento. Esto, con el objetivo de elegir los antibióticos a los que sea sensible y alcanzar un mayor éxito terapéutico 6,8,12,14,17,18.

Las fallas en el tratamiento son debidas a la resistencia creciente de H. pylori a los antibióticos, pero también por la falta de adherencia al tratamiento de los pacientes o al abandono de este por las molestias o efectos colaterales que puede producir. Por esto, se debe explicar al paciente lo importante que es completar tratamiento para erradicar la infección, prevenir sus complicaciones, evitar que haya mayor resistencia a los antibióticos y garantizar el éxito de tratamientos posteriores 6,18,19.

En pocas regiones del país se han estudiado las tasas de resistencia de H. pylori a los antimicrobianos, encontrando variabilidad. Para amoxicilina la resistencia está entre el 1,9% y el l9,5 %, para metronidazol entre el 72,0% y el 97,6%, para macrólidos (como la claritromicina) entre el 13,6% y el 63,1% (en Antioquia es del 18,8%), y para levofloxacina llega al 27,3% 19.

También se ha encontrado resistencia simultáneamente a más de una familia de antibióticos, incluso hasta tres (multirresistencia), lo que hace más fuerte la recomendación de que el tratamiento se prescriba con base en la epidemiología local (si se conoce) o con base en el perfil de susceptibilidad de H. pylori a los antimicrobianos obtenido en el antibiograma 14,19.

Al concluir la terapia farmacológica se debe hacer seguimiento clínico y confirmar la erradicación del microorganismo con pruebas no invasivas como el test de aliento con 13C–urea o la detección de antígeno en materia fecal 4,5,12,18.

Dado que gran parte de la humanidad es portadora de esta infección y que está clara su asociación con el cáncer gástrico y otras complicaciones, son de gran interés las estrategias preventivas, profilácticas y terapéuticas contra H. pylori como las vacunas, que logran coberturas amplias y de largo plazo. En ello se adelantan estudios que aún tienen los retos de definir qué porciones del microorganismo emplear, cuál vía de administración es la mejor, qué tanta protección logran y por cuánto tiempo 1,5,11,14,20.

En el Hematológico

En el Hematológico contamos con las pruebas de diagnóstico y seguimiento no invasivas realizadas en plataformas de alta tecnología, así como las técnicas estandarizadas de análisis citopatológico, cultivo, identificación y pruebas de susceptibilidad a partir de muestras de tejido gástrico, y un equipo médico especializado tanto en las áreas de Microbiología como de Patología anatómica, para garantizar diagnósticos oportunos, certeros e integrados, y para ser un aliado de los médicos gastroenterólogos y endoscopistas en el manejo de sus pacientes. 

También estamos trabajando en la implementación de métodos moleculares, respaldados por científicos del área, que esperamos tener pronto a disposición de toda nuestra comunidad médica y de pacientes.

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